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DOMINGO RIVERO

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Poemario de Inma Flores. Las Quimeras de Sal, por José M. Balbuena Castellano

Jueves, 9 de Febrero de 2017

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Poemario de Inma Flores. Las Quimeras de Sal, por José M. Balbuena Castellano (Quimeras de sal)

Quimeras de sal

José M. Balbuena Castellano

Si Inma, he disfrutado con tus versos, que fue lo me recomendaste en la dedicatoria de tu libro. Poemas escritos con el corazón, pensamientos puros de los escritores que sueñan despiertos, y cuando esos sueños son desgranados continúan en la noche. Y lo hacen forjando quimeras de sal. Luego lanzas tus versos al viento que o bien se pierden en el infinito, o se escurren entre las mentes pensantes o terminan hundiéndose entre las olas del mar. “Poesía es descubriste en la noche/respirando a un compás embravecido,/ el ardor que desprende al soplo/que anidas en mi almohada/mientras nos ilumina el alba”. El amigo y escritor Adolfo García, autor del prólogo de este poemario, asegura que Inma “resuelve sobrecogida por tanta espínula transportada en feroz viento perseguidor, corre hacia adelante por pedregosos senderos, continua tropezando, cayendo levantándose con nuevas heridas en tanto que las viejas se cierran tal vez por ensalmo dejando entrever alguna simiente de llaga que germinará… o no”.
En su prólogo, Adolfo García alude a Felipe Fuentes García, poeta zamorano, que dedica un soneto a Quimeras de sal: “Tu verbo sangra, y su sangre dora/el sentimiento con la voz herida./Es el frío amanecer de la partida/que en el orto de amores enamora.
El libro de Inma, después de despacharse a gusto con sus inspirados noventa y tres poemas, (más o menos) termina con una siembra de versos recogidos en dieciocho sonetos. El último de ellos, titulado “Al recuerdo de Paco”, lo escribe con la colaboración de José Juan Mujica, el escritor de Tamaraceite: Nubla al amanecer a un nuevo día/despertado pronto en la mañana,/ que en secretos gemidos de campana,/ sin avisarlo, una sorpresa urdía./Hasta ayer mismo, no, nadie diría/que ese dolor que ahora se desgrana/fuera un vacío que en doler se afana/ y en pena, mil penas penaría./
En el poema “Negro sigilo”, la autora añora un álbum que guarda las fotos del pasado, con imágenes que se desvanecen en el tiempo, y una retina que jamás guarda ”el blanquiazul de un cielo fenecido”. Es una lectura para personas que tienen sensibilidad, que son capaces de llorar hacia adentro, sin que broten las lágrimas al exterior. Pero que después de llorar, se sienten satisfechos, porque “así es la vida”, que es el tópico que se repite una y otra vez, cuando nos resignamos y estamos a la vueltas de todo.

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