Hacia la raya en que el redondo cielo
parece unirse al mar, en lontananza,
tiende la nave audaz su blanco vuelo;
pero a medida que en el mar avanza,
se va alejando ante su proa el velo
del horizonte que jamás alcanza:
¡símbolo eterno del humano anhelo
que burlado revive en la esperanza!
Llegó a Puerto la nave. -Lo mezquino
podrá el hombre alcanzar sobre la tierra
si logra abrir a su ambición camino.
Pero lo que ennoblece su destino
es su inútil luchar en esta guerra
en que el alma persigue lo divino.
Domingo Rivero, Monte 5 octubre 1924