Apolo te conserve la fuerza y el reposo,
nieto de labradores, que en tus estrofas juntas
el pulso del yuguero y el ritmo poderoso
con que en el campo avanzan las sosegadas yuntas.
Por ti surgiendo van en amplios medallones
los viejos campesinos de continente austero
y traje que dejaba latir los corazones
tejido toscamente en el telar casero.
Allá entre sus montañas, cumplieron su destino;
profunda fue su huella y corto su camino.
Tu pluma los evoca junto a la fuente clara
con que regar solían en lo alto de la sierra,
y atávica tu mano, en vez de escribir, ara,
trazando sus figuras sobre la misma tierra.
Domingo Rivero